Malísimo. Cobran un precio que en absoluto se condice de la calidad del servicio y las condiciones del ?hotel?:
- Me dieron una habitación que no había sido aseada en meses, tenía telarañas (y arañas) en el escritorio, closet y velador, me dieron una justificación ridícula y obviamente tuve que pedir que me cambien. En la nueva habitación los cajones del closet estaban sucios.
- A diferencia de cualquier hotel que cobra esa tarifa, no cambian las toallas diariamente y sólo ofrecen una diminuta pastilla de jabón con un mini sobrecito con shampú para toda la estadía (fueron tres días). Hubo que exigirles que los renueven, pero sólo ofrecieron el mismo mini-jabón y el shampú, pero no cambiaron las toallas.
- No se sabe cuántas personas tienen acceso a las habitaciones. Una persona entró en la habitación de mi compañera mientras ella dormía. Ella quedó mortificada con la ?explicación? que le dieron (era el hermano de la recepcionista que se ?equivocó?), lo que ya deja serias dudas sobre la privacidad y seguridad de los huéspedes.
- La cocina (que también es ?comedor?) está ubicada en medio del hotel, las escaleras son de acero y pasan sobre la cocina entregando una panorámica de su desorden. Encima, la escalera tiene una enorme columna en medio, lo que disminuye su ancho útil a la mitad, obviamente contra la comodidad y las normas de edificación. En las habitaciones se escuchan los ruidos de la cocina temprano en la mañana, lo cual es molesto.
- Los televisores de las habitaciones son ridículamente pequeños y están situados en lo alto de los closet, lo cual desanima siquiera de usarlos.
- Frente a cualquier problema o deficiencia encontrada en el servicio, en lugar de la autocrítica uno solo encuentra justificaciones de parte de ellos. Detrás de acabados de porcelanato y una fachada aparente, sólo hay decepciones y molestia. En mi caso, tuve que quedarme ahí sólo porque mi viaje era corto y por trabajo, y no tenía tiempo de arreglar con otro hotel, pero no lo recomiendo en absoluto ni volvería.
Por Christian Laura